Por Juan Arturo Muñoz E.
@juanarturom
“A la Feria de San Marcos del merito Aguascalientes van llegando los valientes con su gallo copetón…” Paradójicamente la celebración más esperada en tierras hidrocálidas llega cuando su equipo de Primera División regresa a la Liga de Ascenso, con una actitud no tan valiente de algunos de sus jugadores y al empatar la batalla de la jornada contra Atlante, pero perder la guerra de todo el año futbolero contra los Gallos de Querétaro.
La edición de este año comienza el próximo sábado 23, justo un día después de que Necaxa reciba en el Estadio Victoria a los Pumas, ¿Cómo se recibe un partido estando descendidos por parte de jugadores, técnico y directiva? Pero sobre todo ¿Cómo lo recibe un aficionado? Y con ello no sólo me refiero a la fanaticada que no terminó por identificarse tanto con sus “Hidrorayos”, me refiero a los que en todo el territorio de este pambolero país siguen al equipo y sobre todo a los más fieles, que aunque pocos, nunca los abandonaron cuando jugaban en el Azteca.
Vivir dos descensos en 3 años no debe ser fácil y puedo detectar dos sectores claros de afición, aquellos mayores de 50 que vieron o escucharon hablar del legendario equipo de los 11 hermanos que alguna vez derrotó al Santos de Brasil con todo y Pelé. Y otro de más jóvenes, que según yo se encuentran entre los 20 y 30 años, esos que cuando eran chavos y abrían sus ojos al deporte más popular del mundo buscando un conjunto de jugadores con el cual identificarse, se encontraron con el llamado “Equipo de los noventa”.
Un reportaje de color del fin de semana mostraba lágrimas en la tribuna visitante y en especial a un aficionado más que fiel que había ido a Cancún con la esperanza de ver ganar a los rojiblancos para que así se mantuvieran con esperanza, por lo menos una jornada más, pero el penal anotado por “El Hobbit” los mandaba de vuelta a el descenso; el aficionado, entre lágrimas, decía: “Irle al Necaxa es como estar casado con la peor esposa del mundo, es como que te engañen cada fin de semana, es horrible irle al Necaxa, pero pus ahí estamos”, chale, la verdad que me puso un nudo en la garganta y es que el corazón tiene razones que ni la razón entiende.
No voy a hablar de los factores, de Brailovsky, de la tabla de cocientes, de los millones de dólares que pierde la franquicia al llegar a la división de ascenso, de que muy probablemente el equipo no seguirá jugando en Aguascalientes tal como los conocemos ahora o de que si no existiera el porcentaje también hubieran descendido al ser los “Hidrorayos” el último lugar general del año.
Quiero resaltar el contrastante marco en el que se da este triste episodio, el duelo entre Atlante y Necaxa también marcaba la celebración de los 95 años del potro, quienes al inicio de su historia forjaron junto con “los electricistas” el primer “clásico” de este país, un partido que reunía multitudes, arrastraba pasiones y se jugaba entre dos equipos capitalinos, ahora, uno en Cancún, el otro en Aguascalientes poco arraigo levantan en sus nuevos destinos, la inflación del futbol nacional arrastra a los directivos a buscar afición al mejor postor, la “feria” es la que decide.
Como siempre sucede en estos dramas quien la acaba pagando son los verdaderos aficionados al equipo, porque los jugadores buscarán colocarse en algún otro club, los medios sólo señalaran culpables y satanizarán decisiones, pero el presidente del club declaró: "Creo que de todos sacamos un aprendizaje importante y espero que nos sirva para el futuro”, qué mal que el presidente del descenso anterior no haya podido transmitir ese aprendizaje a la directiva actual. Al final cada quien habla por como le va en la feria…
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